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Si se la hiciéramos a Freud nos respondería que un niño es lo que los padres tienen de más valor en la medida en que ocupa para ellos el lugar de un ideal que va a velarles algo de su propia falta. En el deseo de tener un bebe, éste, el bebe, puede ocupar el lugar del doble de los padres, puede ser el portador de sus fantasmas, de sus proyectos no realizados, de sus ambiciones personales. El niño adviene a su existencia unido a esta trama de expectativas, podríamos decir que existe en tanto síntoma de la verdad de la pareja parental, y dicha trama se constituirá en el lugar dónde el propio niño habrá de establecer su verdad y su deseo. Sin embargo, esta posición del niño en tanto objeto valioso no le libra de los riesgos del abuso, los riesgos de un mal uso. Como Freud constata al analizar la naturaleza del tabú al objeto privilegiado se le venera tanto como a la vez se le odia. Si bien el niño ocupa este lugar de ideal, de objeto de lujo como señala el psicoanalista Eric Laurent, puede ser a su vez el objeto de la satisfacción pulsional, el objeto de una exigencia, de un imperativo, es decir, un objeto de goce. A este aspecto tenemos una referencia importante, el texto de Lacan Psicoanálisis y medicina, quien en 1967 nos señala como el cuerpo humano puede ser tomado como una mercancía; y conocemos la actualidad de esto:
El niño se constituye no solo como mercancía que se puede fabricar, sino también como receptáculo físico en el caso de la ablación de órganos.
Tenemos entonces la idea freudiana del deseo de niño en relación con el ideal de lospadres, del niño valorado, idealizado, del niño con un valor precioso, pero en donde queda abierta la posibilidad de un mal uso de dicho objeto de lujo. Tenemos también la perspectiva del niño como objeto de la satisfacción, del niño como lo que viene a obturar y taponar la falta, del niño como una exigencia, correlativa a la producción del niño como una mercancía; perspectiva que asimismo desliza la posición del
niño al riesgo, al maltrato, al abuso. Podemos preguntarnos ahora: esta bascula de qué discurso es efecto. Voy a plantear dos aspectos
que forman parte del momento contemporáneo
y que pueden sernos de utilidad.
En la actualidad el progreso del discurso de la ciencia aliado al capitalismo trae como consecuencia el poner al niño como correlato del establecimiento de una infantilización social, de la infancia generalizada, es decir, la producción de los gadgets, de los objetos degoce, gracias al discurso de la ciencia promueve la uniformización, el todos iguales, y por tanto una irresponsabilidad frente a la diferencia. Como señala el escritor Malraux ya no existen las personas
mayores, o como estima el pensador Bruckner
la tentación del siglo XXI es La tentación de la
inocencia, es decir, el infantilismo y la victimización como rasgos de la subjetividad de nuestra
época, el procurarnos una feliz irresponsabilidad que nos permita zafarnos de las consecuencias de nuestros propios actos.
La otra gran ficción contemporánea es la Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en noviembre de 1959; y su epígono de la Convención de los Derechos de la Infancia, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1989 y ratificada por el Estado Español en 1990. Se trata de una ficción que surge del
mundo de la político-jurídico y que ha transcendido a todos los campos. Supone sin lugar a
dudas el marco en el que nos movemos, funciona como la instancia colectiva que articula
los diferentes discursos sobre el niño. Es la ideadel niño como sujeto del derecho, del supremo interés del menor, por encima incluso de otras
consideraciones, como por ejemplo los lazos de
filiación. Es una ficción del niño solidaria y
correlativa, entre otros aspectos, de las nuevas
reorganizaciones del contrato matrimonial y de
su pluralidad.
Entonces, en qué creen los niños del siglo XXI, cuáles son sus ficciones, cómo ellos se sitúan en el marco del actual discurso social, en la producción del niño como objeto de goce, cómo ellos se sitúan en el marco de la pluralización de la ficción matrimonial, y de la ficción del derecho. Podemos decir que para el niño del siglo XXI existe una multiplicación de las mismas, es un gran consumidor de ficciones: las horas frente a la televisión y las pantallas de los ordenadores dan cuenta de ello. No sabemos cuales serán las ficciones dominantes,
¿Harry Potter?,
¿El señor de los niños?,
¿Se cree aún en Meter Pan?,
un muchachito que viene de un centro de acogida siempre me exige jugar a
Peter Pan y al capitán Garfio
evidentemente a mí me toca el papel de Garfio. Desde el punto de vista del psicoanálisis se trata de poder situar estas ficciones que el niño51produce y consume, se trata de poder cernir en ellas las creencias e identificaciones que sostienen, pero también si le sirven al niño para dar cuenta del goce, de la satisfacción que él experimenta en su cuerpo. Es esta una tarea que nos aboca a una cierta disciplina, la de operar soportando un no saber, es decir, no sabemos cuál es la ficción conveniente para los niños del siglo XXI, es algo que solamente en el uno por uno de cada niño vamos a poder situar, pero no sin él, no sin su palabra, es decir no sin considerar que él es un sujeto del Derecho, un sujeto con el derecho a la palabra, un sujeto responsable del alcance de la misma.
niños del siglo ............................
Imagenes de NIÑOs del siglo XXI
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